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ESTO SE HA ESCRITO Y TU LO TIENES QUE LEER

SELECCIÓN de Jodete Merkel

28 de diciembre de 2016

La huella de la milana

"Entre octubre y diciembre de 1983 se rueda en Alburquerque una de las películas más taquilleras del cine español, Los Santos Inocentes

Un relato mítico que ha terminado convirtiéndose no sólo en la representación de la España rural de los años 60, sino en el símbolo más certero de la historia de Extremadura

Esta es una película que trata de opresores y de oprimidos. Aquí no se habla de proletariado ni de revolución pero la obra es uno de los alegatos más contundentes que se han hecho para denunciar la tiranía de clase"

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Texto completo en:
http://www.eldiario.es/eldiarioex/sociedad/huella-milana_0_595291153.html



En apenas unos años las condiciones de vida han empeorado hasta el punto de que sabemos que ya vivimos y viviremos peor que nuestros padres y madres. Nos tratan como mercancías en un mercado laboral cada vez más desregulado, con nuestras vidas cada vez más a la intemperie. Avanza la precariedad, se asientan las privatizaciones y los recortes de servicios públicos, se machacan impunemente derechos básicos.

Hemos pasado de escandalizarnos por ser mileuristas a alegrarnos de lograr un trabajo de 700€ en jornadas laborales de hasta 40 horas. La alternativa es el paro: seguimos en tasas escandalosas del 20%, casi la mitad de larga duración (más de dos años). Los sueldos que se han expandido en esta crisis impiden una vida digna, pagar una vivienda y otros gastos básicos de subsistencia, por no hablar del ocio y la cultura.

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IU- Las Rozas
15/01/2017

Texto completo en:

http://www.izquierda-unida.es/node/16381

La controversia favorable: una crítica al errejonismo.

Partiendo de los míticos seleccionadores argentinos Menotti y Bilardo, el autor analiza la estrategia del secretario político de Podemos: “No está sabiendo leer la necesidad de una convergencia más allá de lo electoral y está dando un balón de oxígeno al sistema político del 78 con sus repliegues institucionales”.

18 enero 2017
07:00


Daniel Bernabé

Menotti y Bilardo fueron algo más que dos entrenadores, que los seleccionadores que llevaron a Argentina a ganar sus únicas Copas del Mundo en 1978 y 1986. Durante décadas mantuvieron un antagonismo convertido en escuela, en filosofía de vida más allá del fútbol. Menotti, flaco, fumador, de simpatías izquierdistas, apostaba por un juego al ataque en el que debía participar todo el equipo, donde el balón había que tenerlo y mimarlo durante todo el encuentro. Por contra para Bilardo, el narigón, el doctor, la victoria era consecuencia de buscar la puerta del rival sin importar otras consideraciones, ni siquiera morales, según explican las estrafalarias leyendas asociadas a su persona. Lo interesante de esta historia es que el debate, al menos en los medios españoles, se planteó de una forma parcial cuando no falsa, una que venía a decir que mientras que los equipos de Bilardo jugaban feo pero ganaban, a los de Menotti les daba igual el resultado mientras que jugaran bien.

Recordando esta rivalidad me ha sido difícil no pensar en la campaña previa a Vistalegre 2, no tanto porque los candidatos pudieran representar el choque filosófico de los entrenadores, sino sobre todo porque la forma en que la facción errejonista ha planteado la contienda recuerda a esa falsa elección, que tanto daño hizo al fútbol, entre ganar y jugar bien. De las múltiples habilidades del secretario político de Podemos brilla por encima de todas la capacidad de construir escenarios de controversia favorables, o dicho de otra forma, no es tan importante la explicación de las ideas propuestas como la unión artificial de esas ideas a unas categorías positivas que además marcan negativamente al rival. Cuando Errejón dice que él quiere a un Podemos ganador, no sólo se apropia de algo que se supone obvio, sino que señala a sus adversarios con el estigma de la derrota.

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Texto completo en: http://www.lamarea.com/2017/01/18/la-controversia-favorable-una-critica-al-errejonismo/

Mal rato


ISAAC ROSA

Eres Rodrigo Rato. Sí, tú. Querrías no serlo, en este momento más que nunca. Pero eres Rodrigo Rato. Si te giras, ahí está tu reflejo en la puerta acristalada del restaurante. No es que necesites comprobar tu propia identidad, sólo quieres ver tú también lo que ven quienes ahora pasan por esta calle. Ahí estás, inconfundible, con cara de apertura de telediario, un rostro demasiado conocido y con ese aura magnética propia de todo famoso, que atrae las miradas incluso cuando no lo reconocen. No es tu caso: claro que te reconocen. Has olvidado las gafas de sol en la mesa, y no es buena idea volver a entrar. Mejor que en la puerta del restaurante, puedes verte reflejado en los ojos de quienes al pasar ralentizan la marcha, te miran sin disimulo, giran la cabeza, comentan con sus acompañantes, señalan, te señalan. “¡Es Rodrigo Rato!”
¿Dónde está el coche? Y sobre todo, ¿dónde está tu escolta? Lo del chófer lo disculpas, es una calle con un solo carril y no hay aparcamiento a la vista, estará en una calle próxima, o en un parking, escuchando el fútbol o haciendo esos estúpidos sudokus. Pero el escolta, qué hace que no está en la puerta, o en la acera de enfrente, o como muy lejos en un bar próximo del que ya debería haber salido al verte ahí, detenido en la puerta del restaurante, con la gabardina en el brazo y esa expresión de urgencia. No es la primera vez que se despista, que da por hecho que una comida durará lo suficiente como para acercarse a un centro comercial próximo, a comprar cualquier mierda, y te obliga a llamarlo como ahora. Llamarlo. El teléfono. ¿Dónde…? ¿Quedó ahí dentro, sobre la mesa? Te giras para buscar tu mesa, la que acabas de dejar a la carrera y sin haber probado ni el primer plato, pero el cristal te devuelve tu mirada nerviosa.

Volver adentro no es buena idea, ni siquiera estás seguro de que el teléfono esté ahí, que siga ahí, que no lo haya cogido al descuido algún camarero o uno de esos hijos de puta que te jodieron la comida antes de empezar. En cuanto aparezca el escolta llamarás a la compañía para que bloqueen el terminal, pero para eso primero debe regresar tu protector, y no lo distingues entre los muchos que circulan por esta calle comercial y te miran con incredulidad, incluso sacan el teléfono para fotografiarte. Tienes que moverte cuanto antes, pasmarote. Como no ves el interior del restaurante, imaginas a los clientes también fotografiándote desde sus mesas, tuiteando la imagen del gran hombre desvalido en la pecera, los camareros y hasta el maître uniéndose a la chanza.

Empezaron apenas entraste, confirmando la inquietud que sentiste cuando el coche te dejo hace unos minutos a la puerta y viste la fachada, la calle, el barrio. Un restaurante que no conoces, muy recomendado pero territorio inexplorado para ti, mal lugar para una cita, sobre todo cuando el maître te dijo que no disponían de reservado, que la mesa a tu nombre era esa, en un lateral de un comedor lleno. Te tranquilizó ver tanta corbata, gente de negocios, no tan proclive a la fácil demagogia y al linchamiento como aquellos cretinos que hace unas semanas te persiguieron por el aeropuerto al bajar de un avión. Unos graciosos, que se cobraron como trofeo varios vídeos pronto viralizados, en los que aparecía el gran hombre acelerando el paso como un cervatillo. Aquí no, en principio no te pareció un territorio hostil, pese al silencio que atronó a tu llegada: todas las cabezas se giraron hacia ti, con asombro, sonrisas de reconocimiento, codazos. Te sentaste a la mesa y, mientras esperabas a tu compañero de almuerzo, te refugiaste en el teclado del teléfono para no cruzar la mirada con quienes murmuraban el único tema de conversación posible. No sabes quién fue el primero, qué más da. De pronto un tipo levantó la voz y soltó, con entonación graciosa: “Alguien ha arruinado un banco… Y no me gusta señalar”. Todos se unieron en carcajada, y para confirmar que conocían el viejo chiste de Gila, en seguida hubo réplicas desde otras mesas: “Alguien ha defraudado a Hacienda… Y no me gusta señalar.” “Alguien viaja mucho a Suiza… Y no me gusta señalar”. Así siguieron otras ocurrencias, apenas audibles bajo las carcajadas, mientras tú fingías absurdamente estar pendiente del teléfono. “Camarero, ¿aquí se puede pagar con tarjeta Black?”, preguntó un chistoso, y ya no tenía sentido aguantar más, era el momento de retirarse, no sin antes dar un sorbo de dignidad al vaso de agua, para después levantarte despacio y caminar hacia la salida sin apariencia de fuga, con paso calmo entre los abucheos. Y ahí sigues, en la puerta.

Descartado buscar refugio en el restaurante, das unos pasos cortos hacia la derecha. No piensas alejarte, el conductor y el escolta te buscarán en el restaurante, es sólo moverte, dejar de ser el pez en la pecera para burla de los comensales e intentar que en movimiento tu rostro sea menos reconocible para quienes no sólo te señalan y comentan, sino que han empezado a seguirte. Mientas caminas despacio por la acera, de reojo un escaparate te descubre que ya hay una decena en espontáneo tropel tras tus pasos, con los teléfonos preparados para cuando te gires.

Ya no eres tú quien toma las decisiones, son tus piernas las que reciben la atávica descarga de adrenalina desde el sistema nervioso, la orden para preparar la huida, por ahora contenida en una aceleración del paso, espaciar la zancada, lo que sólo sirve para convencer a los indecisos, los que aun dudaban de si tú eres realmente quien pareces o es sólo un desdichado parecido físico, pero sí, es él, Rodrigo Rato, qué hace aquí, a dónde va, espera granuja, que no te hacemos nada, cuidado con las carteras que hay un ladrón cerca. Risas. Giras la primera esquina y esos dos segundos en que dejan de verte te anima a correr, pero correr hacia dónde, sólo empeoraría la situación, alimentaría más sus ganas de seguirte, no corres pero aprietas un poco más el paso, la nueva calle tiene más tráfico y buscas una luz verde de taxi. La calle tiene también más peatones, que al cruzarse contigo, ahora además alertados por el revuelo a tu espalda, se detienen pasmados, buscan deprisa la cámara del teléfono, algunos se unen a la comitiva mientras tú prosigues tu caminata ya al límite de la carrera. Sigue sin aparecer el taxi que te salve.

No tiene sentido prolongar la persecución, ni alejarte aún más del punto de recogida, así que al girar otra esquina te cuelas en el primer local. En un primer vistazo reconoces una de esas tiendas de conveniencia que llaman “chinos”. Al menos confías en que la nacionalidad del propietario lo tenga al margen de la actualidad española. Que no te conozca. Avanzas hacia el fondo, das los buenos días al chino, que no ha levantado la vista del televisor, y te detienes en un estante como quien busca algo que necesita. Son productos de limpieza, detergentes baratos, imaginas la foto resultante si alguno de los perseguidores entrase móvil en mano: el gran hombre, rodeado de chismes de plástico y juguetes made in China, mira con atención un friegasuelos de menos de un euro la botella.

Te tranquilizas al ver que nadie más entra en la tienda. Hay revuelo a la puerta, oyes voces, cuánto aguantarán, se darán por vencidos o pedirán refuerzos, avisarán a las televisiones, lo que daría un productor de informativos por estas imágenes: el exministro, el padre del milagro español, el jefazo del Fondo Monetario Internacional, el ex banquero, el juguete roto, el chivo expiatorio que todos necesitan, el enemigo público, el gran villano, mírenlo ahí, acorralado en un chino, como un animalito asustado.

“¿Puede dejarme usar su teléfono?”, preguntas al dueño, que se ha girado hacia ti con una bolsa de plástico en la mano, el gesto mecánico con que pensaba recibir la litrona o la bolsa de patatas. “Teléfono, por favor”, vocalizas con claridad, ayudando la comunicación con un gesto universal de mano haciendo auricular en la oreja. El chino te señala unas tarjetas de prepago colgadas de la pared, en el momento en que entra una mujer en la tienda. Es joven, no tiene aspecto de linchadora sino de madre que ha bajado a buscar el ingrediente que le falta para la comida. Sin embargo, tras un vistazo a la nevera, saca en gesto rápido el teléfono y apunta hacia ti, mientras desde la calle llegan gritos de aprobación. “¿Hay alguna puerta trasera?”, urges al chino, y qué tonterías se te ocurren, una puerta trasera peliculera que dé a un callejón con cubos de basura, desde el que trepar por una escalera de incendios y huir por los tejados. Claro que no, ni siquiera hace falta que te conteste el de la tienda, la chica ya ha salido y habrá compartido tu pregunta con los demás, esas risas lo confirman.
¿Y ahora qué? ¿Cómo sales de aquí? ¿Echas a correr hacia la calle y no paras hasta encontrar a tu chófer, a tu escolta, a un taxi, hasta alcanzar tu portal o caer antes infartado en la acera? ¿Te quedas aquí hasta que se aburran y se vayan? ¿Hasta que te saquen a rastras? ¿Llamas a la policía? ¿Y qué les dices, si nadie te ha puesto un dedo encima, nadie te ha empujado a entrar, nadie te ha amenazado? ¿Les dices que tienes miedo?

Texto completo en el libro de relatos de Isaac Rosa "Welcome" editado por LaMarea.com

TE LO DIGO YO

jueves, 28 de junio de 2012

¿Son los empleados de banca, cómplices de estafa?


Los bancarios y el síndrome del lacayo necio.


Los siervos bancarios.

“Las prácticas del sector bancario en los últimos años no han ayudado nada la imagen de sus trabajadores. En algunos casos han sido increpados por clientes indignados, ya fuera porque les negaban un crédito vital para la supervivencia de su empresa o porque les habían vendido participaciones preferentes. Ahora, los trabajadores han empezado a movilizarse para denunciarlo.”

Han sido a los clientes más fieles a la entidad bancaria y a su sucursal, a los que se les ha ofrecido de manera agresiva unos productos financieros que, en el mejor de los casos, no tienen nada que ver con su perfil de riesgo. Han comprado productos que se les vendían como más rentables, con mejores condiciones tributarias y de rápida recuperación del capital invertido de ser necesario, y se les ha engañado. Cuando una entidad bancaria presenta varios productos financieros alternativos y le recomienda alguno de ellos, la normativa establece que tiene la obligación, desde el año 2007, de realizarle el denominado test de idoneidad. De haberse realizado los test, sólo se habría vendido en un diez por ciento de los casos los productos financieros recomendados por los empleados de la entidad bancaria.

Estas practicas, que llamaremos por el momento poco éticas, han sido llevadas a cabo no por el director financiero de la entidad, ni por el presidente del consejo de administración o sus vocales, lo han hecho los empleados de la sucursal bancaria, desde el director al ultimo auxiliar. Bien es cierto que lo han hecho respondiendo a las presiones llevadas a cabo por estos directivos y otros cargos de similar entidad del banco, pero también por las jugosas comisiones que obtenían con su venta.

“Los empleados de banca explican que son ellos quienes dan la cara, pero que sólo pueden ofrecer las soluciones que les marca la entidad.”

Lo cierto es que se han dedicado en cuerpo y alma a la venta de hipotecas a gente que no  debían y no podían, a la venta de productos tan atractivos como peligrosos y dañinos para los intereses de sus clientes como las preferentes o convertibles y ahora estos empleados están en el punto de mira de los clientes que se sienten mal asesorados o estafados.

En su defensa estos “mandados” alegan que desconocían los peligros a que se enfrentaban sus clientes, al contratar los productos financieros que con tanto tesón les recomendaban. Que nadie de su entidad bancaria, ni de su sucursal les informó previamente de la complejidad de los productos ofertados, que desconocían que era obligatoria la realización de los test de idoneidad a los clientes a los que recomendaban la compra de estos productos.

“Nosotros solo somos empleados, no hemos creado los productos, sino que nos han obligado y forzado a venderlos”

En definitiva, que afirman que han estado vendiendo productos financieros complejos y de alto riesgo a clientes sin tener conocimientos de lo que ofrecían, cobrando comisiones por hacerlo, a pesar de que no estaban convenientemente preparados al desconocer que estaban vendiendo.

¿Nos están diciendo que han actuado como mercachifles callejeros, vendiendo sus mercancías, sin importarles el absoluto desconocimiento que alegan tener sobre las cualidades, idoneidad o peligro de estas mercaderías? Lo siento pero no me lo creo. Echar la culpa de su actuación a la avaricia de sus jefes, al sistema bancario, al azar o a las circunstancias financieras de sus bancos o cajas no es aceptable. Sus clientes no pueden cargar con las consecuencias de su extrema necedad, debían estar preparados para realizar las funciones por las que cobran su salario y comisiones, por que así se lo hicieron creer a sus compradores. Es responsabilidad suya el haberse prestado a realizar asesoramiento y ventas para las que dicen que no estaban correctamente preparados, ocasionando con su comportamiento deshonesto tremendas pérdidas económicas a sus confiados clientes, al mismo tiempo que obtenían beneficios económicos por su desastrosa actuación.

“La Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas de Ahorros y Seguros de La Rioja (ADICAR) prepara, con el objetivo de presentarla este mes, una querella criminal contra los trabajadores de las entidades bancarias que vendieron participaciones preferentes. Serán acusados del delito de estafa todos los responsables de entidades financieras, y trabajadores de las mismas, que vendieron personalmente, "en algunos casos con una llamada de teléfono", las participaciones preferentes.”

Es mucho el daño que ha hecho el comportamiento de los empleados bancarios, dentro de la trama orquestada por directivos corruptos e inútiles. Estos actores indispensables para que se llevara a cabo el pillaje, habrán de reconocer públicamente los errores cometidos, y deberán de cargar, en la proporción merecida, con las consecuencias de su actuación indigna.

“Los trabajadores de las entidades financieras explican que ya son habituales los insultos, el desprecio y, incluso, las agresiones físicas que reciben de clientes desesperados. Además, aseguran que sufren una fuerte presión social.”

Nadie va a justificar agresiones físicas o verbales a los trabajadores de una sucursal bancaria. Pero tampoco va ha permitir que se hagan las víctimas de este maldito embrollo de estafa y falsedad. Si se sienten despreciados, acorralados y presionados socialmente, han de reconocer que alguna culpa tienen de ello. Si no participaron directamente de la estafa y el engaño, si lo presenciaron en primera fila. Esos clientes de toda la vida, que les confiaban sus ahorros e inversiones, lo hacían presumiendo de su honestidad hacia sus intereses, y los dejaron solos ante las añagazas de sus compañeros y jefes. No dudo que exista la excepción a este comportamiento, que sin duda fue el general, si no se participaba directamente en el negocio, se hacia la vista gorda y se miraba a otro lado.

“Casi todos los contratos van a ser anulados en los tribunales. Porque si vosotros, los vendedores, no sabíais lo que vendíais, jamás pudo saberlo el comprador. El cliente. Ese señor que no entiende por qué le habéis hecho lo que le habéis hecho. Y cada contrato anulado conllevará la petición de que cada uno de ustedes sea inhabilitado y despedido. Os lo aseguro. Imagino que de esto no os han informado en la empresa. Vais a tener muchos, muchos dolores de cabeza” (Afectado preferentes)

Los ciudadanos primero engañados y después estafados exigen responsabilidades, que se les devuelva el dinero secuestrado, que se reconozca públicamente la estafa de la que han sido víctimas. No vale decir que el mercado de capitales es un juego de riesgo donde unas veces se pierde y otras se gana, por que ellos no decidieron libremente entrar en un juego, donde siempre habrían de perder ellos y ganar las entidades financieras. 

Los codiciosos banqueros.

“La antigua Caixanova, dentro ahora de Novagalicia/EVO Bank junto a Caixa Galicia, llegó a vender participaciones preferentes a analfabetos, pese a que la CNMV recomendaba comercializar estos productos solo a inversores con conocimientos sobre los mercados financieros.”

Durante años los bancos y cajas han vendido cerca de 30.000 millones de euros en participaciones preferentes. Una campaña de colocación de este producto “al menudeo”, incumpliendo las recomendaciones de CNMV, y siguiendo las intrusiones de los servicios centrales de la entidad financiera, entre los clientes de las sucursales, fue llevada a cabo sin recato. Huellas dactilares como firma en los documentos de aceptación de los productos vendidos, demuestra los escasos miramientos en la colocación.

Actuaciones con los clientes, como las habidas en la CAM, Bancaja, Banco de Valencia, Caixa Galicia, Bankia, etc. han sido y prácticamente siguen siendo la tónica habitual en la banca española. Presionan a sus clientes para que contraten promociones bancarias calificadas por los técnicos financieros, como verdaderas “castañas”, pensadas solo para generar comisiones de gestión y que apenas tienen rentabilidad para los clientes.

Es manifiesta la impunidad con que se han movido y aun se mueven, los directivos bancarios acusados y confesos de realizar estas practicas ilícitas, que les han  llevado a ser destituidos de sus cargos, pero que han mantenido sus jugosas primas y sus millonarios planes de jubilación y, lo que es peor, que están consiguiendo eludir la cárcel, por la inacción, cuando no permisividad o connivencia de los poderes públicos y judiciales.

¿Alguien puede creer que existe aun ética bancaria?

Anecdotario de bancarios.

"-Empleada de Bankia; Muy orgullosa dice que ella aplica un sistema que es decirles a los clientes que pongan sus quejas por escrito, y como la mayoría no saben escribir correctamente pues así se los quita de encima. Trabajaba en una oficina de un barrio humilde de Madrid.

-Consejero de Caja; En un consejo de administración se discutía sobre si se podría empezar a cobrar el mantenimiento de cuentas. Tras discutir si era legal o no, este consejero se levantó y dijo "da igual, si podemos cobrar lo que queramos, porque nadie va a protestar".

-Empleado de Banesto; Confiesa que "no ha mentido y engañado más en su vida que cuando estaba trabajando en una oficina de Banesto". Ahora trabaja en la central.


-Empleado del BBVA; Tras una devolución de las comisiones de descubierto cobradas indebidamente a una clienta. Esta le  pregunta la razón de esta devolución y me dice que porque "son indebidas". Le insiste, y le pregunta  que si cobran comisiones "indebidas" es como si robaran a los clientes, y le responde que sí, que tiene razón, pero que él no roba para él mismo, sino para el banco. Le dice  que es igualmente responsable del robo, y se queda callado. Le pregunta si estas comisiones se cobran al resto de clientes, y le dice que sí, pero que los demás no reclaman.

-Empleada de BNP; Muy satisfecha ella, cuenta que junto con un novio que tenía hace años, se dedicaba a duplicar órdenes de compra de valores. La estafa era muy sencilla; si un cliente de la entidad daba una orden de compra de valores de un día para otro, su novio daba otra orden por idéntico número de acciones. Al día siguiente se adjudicaba al novio la compra más ventajosa en precio, y al cliente la más alta.
"

Esta claro que ni todos los empleados de banca son unos chorizos a imagen y semejanza de sus directivos, ni son unos ángeles puros, ignorantes del mal que hacían en nombre de su entidad bancaria.

Se han llevado a cabo verdaderas estafas, por parte de los empleados de las sucursales al amparo de la familiaridad con su clientela. Se han aprovechado de su ignorancia financiera, han traicionado su confianza de años, han abusado de los más ingenuos e inexpertos. Todo esto lo han hecho todos y cada uno de los empleados que han participado bien de forma activa, haciendo la colocación del producto, o pasiva permitiendo que el engañado siguiera en el engaño, sin hacer nada. Se han cobrado comisiones que han engordado su salario, y mejorado su “rating comercial” dentro de su banco o caja, se han beneficiado claramente de sus acciones deshonestas, sus posiciones profesionales se han visto reconocidas en aquellos casos de los empleados que han sido grandes colocadores de productos tóxicos entre sus clientes. 

El bandolerismo ha campado entre los empleados de banca, y ha sumado a sus filas a un importantísimo número de ellos. Los que se han resistido han sido sometidos a tremendas presiones hasta que han cedido y participado aun de mala gana en el fraude. Mientras todo fue viento en popa, no vimos a ningún empleado de banca, alzar la voz contra las prácticas abusivas para con sus clientes. No escuchamos a sus representantes sindicales, exigir a sus empresarios que retiren las presiones sobre los empleados para que participen en estas actuaciones maliciosas.

Como ya he dicho en otras ocasiones, la responsabilidad personal en el desarrollo de nuestro trabajo, es ineludible. Podrán presionarnos hasta limites insoportables, nos veremos obligados a hacer cosas que nos repugnen ética y moralmente, so pena de perder nuestro puesto de trabajo, pero la decisión  final siempre será nuestra, y deberemos estar preparados para asumir que, si aceptamos determinados estados de cosas y sus consecuencias, deberemos también cargar con nuestra responsabilidad por la decisión tomada, libremente o por exigencia. Siempre tendremos opciones menos malas que ejercer, antes de callar y otorgar. No es lícito hacerse pasar por víctima, cuando realmente se ha sido actor de una estafa y/o se ha callado ante ella.

3 comentarios:

  1. Me parece totalmente injusto las palabras que dedicas a los trabajadores de banca. Por esa misma regla de tres, habría que responsabilizar también a los vendedores de tabaco de los estancos que dispensan el tabaco a los clientes y después éstos mueren de cáncer de pulmón, no??

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    1. Quizás tengas razón. Toda generalización es injusta, por eso intente dejar claro que solo consideró responsables a aquellos que por acción o inacción, sabiendo que lo que se hacia era una estafa, la permitieron. Cuando yo era fumador tenia pleno conocimiento de lo que suponia para mi salud y decidia casi libremente, obligado por mi adicción. Pero una inmensa mayoria de los estafados, lo fueron por desconocer que lo que les vendían era una castaña, que solo beneficiaba a bancos y en menor medida a los bancarios que ayudaron, por medio de comisiones

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  2. Anónimo, qué tonto eres.

    Yo cuando compro tabaco veo un cartel en el paquete que dice que me puedo morir de cáncer. En cambio mi padre cuando entró en tu sucursal, todo jubileta él, pidiéndote un IPF y saliendo con preferentes de fecha de vencimiento en 9999... Pues no. No sabía que le acababais de joder los ahorros de una vida.

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