1- ¿Cuándo y por qué empezó la crisis griega?
Poco después de ser elegido, el nuevo gobierno socialista reconoció que las cifras de déficit habían sido falseadas pasando el déficit público del 3,7% al 12,7%.
2- ¿Es Grecia el único país con problemas?
No es el único país con problemas de deuda pública. Con los datos del año 2010, los países de la Europa del este o Estados Unidos tienen déficit muy elevados. Dentro de la unión europea Italia, Reino Unido, Holanda, Portugal, Francia y Alemania tienen altísimos niveles de deuda. Países con la deuda más baja que los anteriores son España, Polonia y el resto de la unión.
3- ¿Por qué la situación se ha deteriorado tan rápido?
Porque Grecia esta en manos de los mercados para financiar su deuda, tanto la deuda que vence y debe ser refinanciada, como la deuda que debe emitirse, se colocan en el mercado.
4- ¿Estar en el euro es un problema para Grecia?
En parte, sí. En situaciones equivalentes la devaluación de la moneda ayuda a ganar competitividad exterior y a revitalizar la economía. Ahora Grecia no tiene ese arma. No obstante, pertenecer al euro garantiza a los bancos las líneas de financiación del Banco Central Europeo, lo que debía de haber disminuido los riesgos de esta crisis financiera de gran calado.
5- ¿A quién debe dinero Grecia?
Según los datos del Banco Internacional de Pagos, las entidades financieras de Alemania y Francia tienen en sus balances deuda griega por 88.000 millones de euros.
6- ¿Por qué Alemania se resiste tanto a ayudar a Grecia?
Hay motivos electorales y fundamentalmente económicos. Los bonos del Tesoro de Berlín, que llevan tiempo siendo el refugio por excelencia de los inversores, han llegado a tener un tipo de interés negativo. Significa que en lugar de recibir una recompensa por haber prestado dinero al Estado alemán, las entidades financieras (y algunos otros inversores) le pagan a Berlín un premio para que custodie su dinero. El pasado 9 de enero el Ejecutivo germano subastó 4.000 millones en letras a seis meses: el interés resultó ser del -0,012%.
La paradoja es evidente: el inversionista pretende que los deudores griegos, sin un duro, paguen todo lo que puedan, pero a los ricos alemanes les paga para que se queden con su dinero. Mientras se juega con la quiebra de Atenas, en la última subasta de bonos alemanes la demanda casi ha llegado a ser el doble de la oferta.
La última de las opciones sobre la mesa para tratar de resolver la crisis de Grecia tiene que ver con la ansiada participación del BCE, que podría ayudar a reducir la deuda helena con un canje de los bonos que atesora del país europeo. Sin embargo, no todos dentro de la institución apoyan esta fórmula: Jens Weidmann, el presidente del Bundesbank, se opone.
La ira griega ha pasado en los últimos días de la canciller alemana, Ángela Merkel, a su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que a ojos de los griegos parece que se ha desviado de los asuntos económicos hacia el proceso político, e incluso electoral. Schäuble, ha comparado a Grecia con un "un pozo sin fondo," y expresó dudas sobre si Atenas se apegará a las promesas de austeridad aprobadas por el Parlamento el lunes, mientras los manifestantes incendiaban y saqueaban los edificios de la capital.
7- ¿Salva el rescate a Grecia de la quiebra?
El rescate solo sirve para ganar tiempo. La quiebra Griega y por tanto el impago de su deuda, puede producirse y arrastrar consigo a países como Francia, Alemania, Italia y España.
8- ¿Puede entrar en impago un país?
No es tan raro como puede parecer. Islandia, por ejemplo, entró en impago durante la crisis financiera, y California está en peor situación que Grecia. Las opciones más radicales, como un impago unilateral de la deuda o una salida del euro, pueden causar daño a otros socios europeos y a la economía mundial, y solo ocurrirá si la oposición popular al ajuste fiscal cambie al Gobierno griego o su política.
9- ¿Conviene a Grecia la quiebra y el impago de su deuda?
En el callejón sin salida en el que las instituciones financieras internacionales han metido al Gobierno griego parece haber sólo dos alternativas: una quita (rebaja) de la deuda o la quiebra del Estado. La quita, por su definición, es un convenio entre un acreedor y su deudor por el que éste paga una parte de la deuda y el primero renuncia a su derecho sobre el resto. El problema es que los acreedores del Estado griego no están convencidos. Las entidades financieras francesas y alemanas, en particular, tienen miles de millones de bonos del Tesoro de Grecia y harán lo posible para que esos títulos no se devalúen aún más.
Las medidas impulsadas por la misma Unión Europea, junto con el Fondo Monetario Internacional, han empeorado aún más la situación: la economía griega no crece y así el fardo del débito resulta aún más pesado e imposible de reembolsar.
Los bancos comparten con la UE y FMI los mismos intereses: no les sirve de nada dejar que Grecia quiebre, lo mejor es sacarle cuanto más se pueda. El objetivo común es entonces encontrar la manera para que el deudor siga vivito y coleando de manera que las entidades financieras puedan seguir cobrando. Los griegos, lejos de las mesas de negociaciones tendrán que tragarse nuevos impuestos, recortes al Estado de bienestar y ventas de activos públicos.
Los principales hedge fund de Nueva York y Londres, tratan de sacar partido a la inversión, han comprado bonos con un fuerte descuento cuando nadie los quería, y apuestan abiertamente por la quiebra. Para ellos sería la ocasión de cobrar el seguro representando por los CDS y multiplicar sus ganancias: en la práctica es como comprarse un coche viejo y, una vez que alguien lo haya robado, cobrar el seguro como si se tratase de un coche nuevo. El problema es que el mercado de los CDS está sin regular y muchos inversores los utilizan no solo para asegurarse, sino también para especular. Nadie puede decir con seguridad qué volumen existe de estos contratos para la deuda griega y qué riesgos se deriva de ello.
Que los catastrofistas se enteren, después de una suspensión de pagos o, si quieres, después de una quiebra, tanto Grecia como los griegos seguirán existiendo. No sólo eso, lo mejor que les puede pasar a Grecia y a los griegos es que suspendan pagos ya de una vez. Si Grecia suspende pagos o quiebra o se cae o llámalo como quieras, lo más probable es que se sentará con sus acreedores y acordarán plazos para el pago de sus deudas. Ya es hora de que los griegos se sienten con sus prestamistas y negocien con ellos su deuda.
De toda la ayuda ni un solo euro ha entrado en Grecia. Todo ha ido directo a los bancos alemanes, franceses y otros, mientras tanto a mayor ajuste mayor déficit fiscal. Grecia ha reconocido que, en efecto, el resultado de aplicar los planes de ajuste (severos recortes de gasto público, privatizaciones, moderación salarial, etc.) ha sido recaudar 1.900 millones de euros menos y gastar 2.700 millones de euros más.
No existe un protocolo para los impagos de la deuda, de forma que puede acometerse la reestructuración de muchas formas. Pueden pagarse las deudas pero a menor tipo de interés, pueden pagarse sólo determinadas deudas o incluso puede no pagarse ninguna.
Una opción es la vía judicial. Grecia puede declarar unilateralmente la reestructuración de su deuda, y dejar de pagar a los acreedores en los términos que al país le parezca más adecuado. En ese caso los acreedores acuden a los juzgados internacionales con objeto de demandar al país por incumplimiento de contrato.
Para Grecia el riesgo de impago es que le costará volver a pedir prestado, así que está en una tesitura tal que lo que más le conviene es no pagar nada de deuda. Reducir su carga al máximo. Luego tendría que acometer una profunda reforma estructural que conllevara una reforma fiscal (para recaudar ingresos, especialmente de las clases altas) y una reestructuración productiva. Todo ello probablemente implica la salida del euro, que es una camisa de fuerzas que impide la devaluación de la moneda. Un proceso lento y costoso, que se enfrentará a la ortodoxia económica más aberrante, pero precisamente en el corazón de la propia ortodoxia.
Además hay que sumar a los agentes privados que están especulando en el mercado de CDS y que en caso de impago van a estallar por completo. Hedge funds, bancos y grandes empresas tendrán que anotarse pérdidas inmensas que los llevarán a la quiebra.
En caso de impago el BCE va a tener que saltarse todas sus normas internas y ponerse a imprimir dinero y a promover políticas radicalmente distintas a las que está haciendo. Probablemente un proceso inflacionario importante sirva para apagar el fuego de las deudas privadas (a costa, claro, de los acreedores). Y los bancos tienen un futuro espantoso, sea cual sea el transcurrir de los acontecimientos, así que habrá que ponerse a nacionalizar bancos.
Hay quienes aconsejan a Grecia que siga la ruta marcada por Argentina al romper con el corsé paritario en 2002. El abandono del Plan de Convertibilidad y recuperación de autonomía monetaria, el impago de su deuda y subsiguiente restructuración (con pocas contemplaciones para los acreedores) y un admirable proceso de crecimiento económico durante los años del kirchnerismo. Abandono de la paridad, reestructuración de deuda, y acto seguido, firme recuperación.
Frente a una ciudadanía que se rebela al pago de la deuda, afirma que “no pagaremos” y pide una auditoría democrática de la deuda, las instituciones de la Unión Europea y el FMI amenazan con declarar al país en quiebra si no se profundizan los programas de austeridad y privatizaciones.
La salida del Euro es inevitable si hay impago. Con ello se recuperan los instrumentos monetarios nacionales, especialmente la devaluación de la moneda, capaces de relanzar la competitividad sin necesidad de seguir hundiendo los costes salariales. Frente a este escenario, sería necesario desvincular el derecho al impago de la salida de la moneda única europea, interpretándolo como una figura de soberanía democrática europea antes que como un retorno a la soberanía nacional, expresada en una moneda propia.
10- ¿Por qué entonces le interesa a la troika mantener los planes de ajuste?
Por dos motivos, y ambos se resumen en uno: transferencia de dinero de manos públicas a manos privadas.
Como Grecia está endeudada con bancos privados alemanes y franceses el problema lo tienen en realidad estos mismos acreedores, es decir, los bancos que prestaron dinero a Grecia y ahora no saben si verán su dinero de vuelta. Por esa razón la troika acomete rescates: le da dinero a Grecia para que Grecia pueda seguir pagando a los bancos alemanes y franceses. Los bancos siguen cobrando y así el sistema bancario vuelve a salvar otra crisis. Por lo tanto, no es un rescate al país sino a los bancos extranjeros.
Además de rescatar a los bancos extranjeros, la troika impone condiciones al país para que cambie su configuración económica a una con menos sector público y con salarios más reducidos. Los grandes beneficiarios de eso son, de hecho, los agentes privados. Con menos sector público lo que tenemos es más sector privado, aunque ni siquiera directamente. Con el Estado dispuesto a no pagar más colegios u hospitales públicos al final aparecerán empresas privadas que querrán hacer negocio satisfaciendo esa demanda que el Estado ya no cubre. Y con moderaciones salariales los empresarios podrán ver sus tasas de ganancia recuperadas.
Al final todo parece ser una “estrategia neoliberal”, acometida para satisfacer a las grandes fortunas, grandes empresas y bancos.